William Klein ya llevaba tiempo siendo muy mayor. Falleció hace un año, a los noventa y seis, un verdadero prodigio de hombre y artista. Si alguna vez tenéis la oportunidad de ver el documental "The Many Lives of William Klein" (2012), veréis a un Klein de ochenta y seis años, lleno de vitalidad, fumando y fotografiando todo y a todos como si el mundo no fuera a terminar nunca. Entre bromas, seguía viajando de continente en continente, siempre al acecho de la foto perfecta, aún creando situaciones que parecían espontáneas para sacar fotos que también lo parecían, pero que, al analizarlas, revelan siempre un equilibrio y una composición meticulosos, y un dominio sobrenatural de la imperfección como material constructivo de las imágenes.
Cuando supe de su muerte, pasé días dibujando versiones de algunas de sus fotos, como ya hacía cuando estudiaba bellas artes hace cuarenta años. Siempre ha sido mi fotógrafo de referencia, y de sus imágenes he aprendido y sacado de todo.